En la clase del 6 de Abril, expusieron su trabajo unas compañeras que han tratado el tema de personas con discapacidad intelectual. Es un tema que me suscita mucho interés y con el que estoy muy sensibilizada, quizás por tener a un familiar con Síndrome de Down. Además, en la asignatura de trabajo social con minusválidos, también realicé un trabajo sobre este colectivo.
Durante esta exposición, las compañeras nos explicaron distintos tipos de discapacidad intelectual, mucha de ellas desconocidas para mí. Me llamó mucho la atención el síndrome de Asperger, ya que son personas muy inteligentes, que pueden llegar a memorizar una gran lista, por ejemplo de número de teléfono, pero tienen muchas limitaciones a la hora de entenderse con otras personas, porque cogen el sentido de la frase literal, sin apreciar si existe algún tipo de ironía o sarcasmo en ella. Soy una gran fans de la serie Big-Bag, donde uno de los protagonistas, sheldom, tiene este problema, y hasta que las compañeras no lo comentaron en uno de sus vídeos, ni siquiera me había parado a pensar en ello. Hablando de actores, algunos de mis compañeros (Israel, Jill, Elena, Rocío y Shaula) interpretaron distintos papeles en la exposición y lo hicieron muy bien, colaborando a que fuese muy amena e ilustrativa la exposición, desde luego si no tenéis éxito como educadores o trabajadores sociales (que lo dudo mucho), seguro que el mundo del espectáculo si tiene un hueco para vosotros.
Como señalé en la entrada dedicada a las personas con algún tipo de discapacidad visual, y en general creo que extiende a todas las personas que padecen algún tipo de discapacidad, tienen una dura lucha con la sociedad. Tienen que hacer frente en su vida diaria a numerosas barreras que se les pone, y como educadores sociales nuestra intervención también tiene que contemplar este aspecto, no podemos centrarnos en intervenir tan solo con el individuo y su familia, si no también con todo el entorno que rodean a estas personas, hay que normalizar su vida, y hacerle ver a la sociedad las necesidades que tiene este colectivo y ayudar a paliarlas para adaptarse a ellos y favorecer el mejor bienestar e integración de estas personas. Son víctimas de una falta de atención total, y a la sociedad en general lo único que le sale cuando ve a una persona con algún tipo de necesidad es sentir lástima o pena (yo también lo he pensado en ocasiones), y esto, lo que hace es cerrarles las puertas para que puedan fortalecer la autonomía y desarrollo personal. En una de las dinámicas se reflejo muy bien este aspecto, pues un compañero interpretó la llegada de un chico con discapacidad a un centro, donde no le permitieron apuntarse a un equipo de futbol porque se podía hacer daño, así que le sugirieron mejor apuntarse a unos talleres de pintura o algo “menos peligroso”. Esta dinámica me hizo reflexionar también porque se apuntó al factor de la familia. ¿Hasta que punto frenan su autonomía y desarrollo? ¡Es necesario educarlos a ellos también! Como educadores sociales hay que hacerles ver que la sobreprotección no es adecuada. Es muy común que los padres apunten a los hijos a colegios especiales dedicados a ello, cuando quizás esto no sea necesario y los menores pueden asistir a uno donde acuden chicos sin discapacidades, o también impiden realizar ciertas actividades por el miedo a que se hagan más daño o se burlen de ellos. En este aspecto, la presencia de un educador social en el colegio es fundamental para aconsejar a los profesores sobre las necesidades que puedan presentarse a los chavales y concienciar también a los menores
Por último, señalar la frase “la mayor discapacidad es no darse cuenta que somos todos iguales” porque me encantó y me pareció muy buena para que la sociedad pueda reflexionar sobre este colectivo y deje a un lado los estereotipos o prejuicios, abriendo las puertas a la integración de todas las personas.